Chile desde su gastronomía: un viaje muy placentero
De norte a sur, a través de sus aproximadamente 4.500 km de longitud, sin contar territorios isleños, Chile es una magnífica y diversa “despensa natural” de la que emana una gastronomía que va desde lo tradicional hasta las opciones más elaboradas y chic, y esa es una de sus propuestas más contundentes como destino turístico.
A lo largo de toda la costa chilena se pueden encontrar ricos productos del mar: congrio, corvina, mero, reineta y salmón, preparados en platos como caldillo de congrio, congrio frito, corvina al horno con salsa de mariscos, salmón con alcaparras, además de todo tipo de mariscos, como jaibas, erizos, machas, ostiones, choritos (mejillones), presentados de diferente forma.
Un paseo imprescindible en cualquier lugar de la costa es el de ir a probar estos platos marinos, en Arica, Iquique, las playas de Copiapó, La Serena, Valparaíso, Concón, Algarrobo, Valdivia, Angelmó (Puerto Montt) y en Chiloé, donde el visitante podrá comer ostras en abundancia, e Isla de Pascua, que se luce con sus pescados polinésicos.
Partiendo por la zona norte, encontrará la cocina típica que se ha influenciado por las culturas atacameñas y aymaras del altiplano andino, como también los changos, pueblo pesquero de la costa. El norte es rico en pescados y mariscos.
En valles más fértiles, como el de Azapa, en las cercanías de Arica, se producen frutas tropicales como la guayaba y también aceitunas con las que pequeños productores fabrican aceite de oliva. Siempre en el norte, en los valles al interior de Copiapó, La Serena y Ovalle se cultivan vides con las que se fabrican vinos y piscos reconocidos internacionalmente por su calidad, además de frutas como la papaya y verduras como espárragos, alcachofas y tomates. La uva de mesa de estos valles se exporta a muchos países del hemisferio norte y Sudamérica.
Por su parte, la zona central de Chile fue más influenciada en su gastronomía por las costumbres de los campesinos o "huasos" y de los inmigrantes europeos. Las empanadas (de carne, queso o mariscos), el pastel de choclo, las humitas y el caldillo de congrio, porotos granados, las longanizas y diversos platos con carne de vacuno o cerdo, son platos típicos que los chilenos comen en sus casas y están disponibles en restaurantes.
En las grandes ciudades se ha desarrollado durante los últimos años una amplia oferta de gastronomía fina creada con productos típicos de Chile, especialmente en Santiago, Valparaíso, Viña del Mar y sus playas cercanas y Santa Cruz, en el Valle de Colchagua
En esta zona se encuentran los mejores valles vitivinícolas del país, como Aconcagua, Casablanca, San Antonio-Leyda, Maipo, Cachapoal, Curicó y Maule, famosos a nivel mundial por la calidad de sus vinos y espumantes, que se pueden degustar en las rutas del vino organizadas.
Todo esto encontrará el viajero en Santiago, Rancagua, Santa Cruz, Talca, Chillán, Concepción y Osorno. Y en ciudades como Valdivia, Osorno, Puerto Varas, Frutillar y Puerto Octay le esperan las exquisiteces de la repostería alemana, tradición que viene de los colonizadores que llegaron a esta zona en el siglo XIX.
Por último, la zona sur, fuertemente influenciada por la cocina mapuche y chilota, se caracteriza por sus variedades de papas y productos marinos. Famosas son las longanizas de Chillán, mientras exquisitos pescados y mariscos se pueden probar en ciudades como Concepción y sus caletas cercanas, en Valdivia y Puerto Montt.
También en Valdivia, Osorno, Puerto Varas y Puerto Montt se comen ricos platos y sándwiches de carne de cerdo y embutidos hechos con recetas alemanas traídas por los colonizadores.
La repostería del sur, también de raíces alemanas, es la reina en Frutillar, aunque también abunda en Valdivia, Osorno, Puerto Varas y Puerto Montt. En Chiloé, el plato estrella es el curanto, cocimiento de mariscos, carnes y papas que se prepara en olla o directamente en la tierra, dentro de un hoyo cubierto con piedras calientes y hojas de nalca. Se acompaña con milcaos y chapaleles.
También en las cercanías de Puerto Montt y en Chiloé se pueden comer ostras recién sacadas del mar. Más al sur, en la Patagonia, podrás disfrutar carnes de animales no tradicionales como el jabalí y avestruz, el famoso cordero asado al palo y centollas.
En la Patagonia, lo más típico y también lo más codiciado es el célebre cordero magallánico preparado "al palo" y la centolla, mientras que en Isla de Pascua se lucen exquisitos pescados de la Polinesia y en las islas Robinson Crusoe (archipiélago de Juan Fernández), las langostas.
La morfología de la zona central, entre dos cordilleras –la de Los Andes y la de la Costa–, está cruzada por varios ríos que forman fértiles valles. Los chilenos han aplicado tecnología moderna y conocimientos que aprovechan al máximo las diferencias de topografía y clima para lograr una amplia variedad de vinos de excelente calidad.
Si los vientos vienen del mar o de las montañas, si las parras plantadas en laderas tienen mayor o menor exposición al sol, si llueve más o menos, son variables que permiten producir vinos muy especiales, que recogen las características únicas del lugar, condiciones que han dado paso al reconocimiento de Chile como uno de los principales exportadores de vino del "nuevo mundo".
Cepas como Cabernet Sauvignon, Carmenere, Syrah, Pinot Noir, Sauvignon Blanc o Chardonnay son los estandartes de los viñedos chilenos. Sus sabores se diferencian sutilmente dependiendo de la latitud en que han sido cultivados.
El viajero curioso, y el ya conocedor, podrán experimentar aromas, sabores y cuerpo de exquisitos vinos, orientados por expertos guías y/o sommeliers, anfitriones en las visitas a las bodegas y viñedos.
Podrán apreciar además la grandeza de las plantaciones desde los miradores, degustar las cepas en centenarias cavas subterráneas y recorrer las antiguas casas patronales. Los valles de Aconcagua, Casablanca, San Antonio-Leyda, Maipo, Cachapoal, Curicó y Maule acompañan al de Colchagua en esta cruzada de degustaciones y placeres.
Y el vino no es el único motivo, pero sí una buena razón para conocer los hoteles, rutas de cabalgatas, recorridos en bicicleta, museos y otros atractivos que hacen de viajar por estos valles toda una experiencia. Con una copa en la mano, claro.
No deje de recorrer alguna de las rutas del vino, en el Valle de Aconcagua, Valle de Casablanca, Valle de San Antonio-Leyda (Aconcagua), Valle del Maipo, Valle del Cachapoal, Valle de Curicó y Valle del Maule, además de probar exquisitos vinos blancos y excelentes piscos en el Valle del Elqui y el Valle del Limarí.
A lo largo de Chile, durante los últimos años se han desarrollado productos más sofisticados, como mermeladas de vino o de ají, platos de carnes no tradicionales como el guanaco, jabalí y avestruz y un condimento mapuche original, el merkén, ají seco al sol, ahumado, molido y complementado con semillas de cilantro.
Producto de exportación ideales si quieres llevar algo de recuerdo de tu viaje hay locales especializados que ofrecen mermeladas picantes o de vino, miel orgánica, condimentos mapuches como el merkén, excelentes aceites de oliva y, por supuesto, vinos y pisco en gran variedad.
Fuente: Interface Tourism Spain