El conflicto de Iberia y Barajas: Tratamiento de choque

El presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, señaló en la prensa local del jueves a Iberia como principal responsable de la pérdida de viajeros en el aeropuerto de Barajas, aunque espera que los problemas de la aerolínea bandera española se solucionen cuanto antes, porque van más allá de las propias dificultades operativas de la aerolínea y se pueden llevar por delante el aeródromo.
Es la segunda autoridad española de importancia que se pronuncia sobre el conflicto de Iberia, luego de que recientemente el ministro de Industria, José Manuel Soria, se lamentara amargamente de los efectos de la fusión con British Airways, que según expertos ha consistido en la fagocitación de la compañía española a favor de la británica, más que en una verdadera fusión en igualdad de condiciones.
En declaraciones a la emisora Onda Cero, González observó que “el problema de Barajas pasa por resolver el de Iberia”, pues “el conflicto de problemas internos con trabajadores y costes” está provocando que el aeropuerto pierda vuelos, tanto de low-cost como de largo recorrido, y en conclusión todo esto está afectando a Barajas y por tanto a la llegada de turistas a Madrid.
El presidente de la Comunidad opinó por tanto que “la clave fundamental es que se resuelva el conflicto de Iberia”, y que sus trabajadores “entiendan que si no se resuelve el conflicto se llevan por delante a la compañía y al aeropuerto de Barajas, con las consecuencias que tiene para el país”.
Sin embargo, después del fuerte ajuste acometido por la aerolínea, que incluyó el despido de unos 3.150 trabajadores y rebajas salariales del 14%, los empleados de Iberia no están de acuerdo en cargar con todas las culpas, mientras que la compañía aérea anunció que ahora está trabajando en una demanda que sus trabajadores llevan tiempo reclamando: una visión de futuro de la empresa que aún parece problemática, ya que se trata del tercer plan estratégico en apenas año y medio.
El primero fue el Plan 2015, sustituido por el Plan Transforma, que causó la batalla entre la compañía y los sindicatos, y ahora llegará el tercero para reemplazar a éste.
Mientras tanto, otras instancias se están movilizando para intentar salvar al aeropuerto de una caída libre: la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, y la ministra de Fomento, Ana Pastor, abordaron la creación de un comité ad hoc de coordinación aeroportuaria, según comenta la prensa local, para mejorar la situación de la terminal aérea. Sería una réplica del que en su momento se creó en el Prat de Barcelona.
La gestión del Ministerio de Fomento, sin embargo, marca la diferencia de que en el actual caso se cuenta con el apoyo del gobierno central, y también estarían representados la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento y miembros de la Cámara de Comercio y de Aeropuertos españoles y Navegación Aérea (AENA).
Resulta curioso anotar que el comité de Barcelona se constituyó en 2005, cuando Iberia anunció que abandonaba la terminal aérea catalana, y tenía precisamente como misión promover el desarrollo de nuevas rutas intercontinentales desde el Prat.
El denominado Comité de Desarrollo de Rutas Aéreas de Barcelona (CDRA) estuvo integrado por AENA, la Generalitat de Catalunya, el Ayuntamiento de Barcelona y la Cámara de Comercio de Barcelona.
Desde entonces, el Prat fundamentó su ofensiva en tres apoyos: el crecimiento de Vueling, la implantación de grandes aerolíneas de los Emiratos Árabes y el turismo. Como resultado, ya sea por la buena gestión del comité catalán o bien por el propio conflicto de Iberia, Barajas sufrió este año un terremoto económico cuando se hicieron públicas las cifras de viajeros de agosto, pues el aeropuerto barcelonés superó al madrileño en 11,7%, con un récord histórico de 3,9 millones de pasajeros, frente al madrileño, que sumó 3,8.
En cuanto a las causas directas de la enfermedad crítica de Iberia, expertos y observadores de la industria aeronáutica han diagnosticado que la infección se origina en gran parte porque el grupo IAG, como nuevo propietario de Iberia, está procediendo a cerrar vuelos internacionales hacia el norte europeo -los cuales son asumidos por la sede británica- y relegando a Madrid al papel de transportista del Tercer Mundo en las rutas hacia Latinoamérica.
Por otra parte, la misma Iberia renunció hace meses a sus vuelos regulares hacia plazas fuertes de la hotelería y el turismo españoles como Santo Domingo y Cuba, destinos a los cuales también solía volar mucho turismo étnico, entre emigrantes y visitantes.
Este descenso drástico del tráfico hacia Iberoamérica, así como la eliminación de líneas y frecuencias de bajo coste –según se dice por las subidas en las tasas aeroportuarias- lleva a expertos a considerar que en Barajas se está haciendo lo opuesto a lo que en su día logró salvar al Prat.
Al parecer en línea con estos criterios, la alcaldesa Ana Botella ha anunciado que es preciso promover cambios en Barajas, con el objetivo de mantenerlo como hub fundamental de la economía capitalina, pues nadie discute que el aeropuerto genera valores añadidos por más de 15 mil millones y que una tercera parte se queda en Madrid, situación que puede ser afectada ante las pérdidas millonarias de AENA, que ha quedado en números rojos por más de 68 millones.
No obstante, con Iberia a punto de perder su status de tercera línea aérea española -ya había sido superada por Rayanair y luego por Vueling, con riesgo de que también Easyjet se le vaya por delante-, aún no se vislumbra una salida concreta a la crisis, que ha hecho caer a la antigua aerolínea bandera de 15 a 7 millones de viajeros.
Pero no sólo es Iberia la que está siendo afectada, sino también otras aerolíneas que operan en España como la misma Ryanair y Vueling, que sin bajar tanto como Iberia han perdido pasajeros, y todas las demás también han descendido en cuanto a cifras de viajeros en diversas proporciones, lo cual da la medida de la situación en el conjunto del mercado.
Así las cosas, habrá que ver los resultados de la comisión emergente, como respuesta pública a una situación que hasta ahora no ha sido solucionada.
Resulta evidente que cuando se observan los efectos de la crisis, especialmente en la transportación aérea, están poniendo en peligro la competitividad de España como país, donde una de sus industrias punteras, el turismo, depende en gran medida de la conectividad aérea y sus problemas actuales constituyen un síndrome amenazante para el futuro, y podrían requerir un tratamiento de choque – igualmente tan incierto como peligroso- en la ausencia de soluciones menos drásticas.