Las campanas santiagueras y algo de su historia
Las primeras iglesias que existieron en Cuba datan del siglo XVI cuando los españoles comienzan el proceso de conquista y colonización. El adelantado conquistador Diego Velázquez de Cuéllar (1465-1524) funda las primeras siete villas de Cuba; la número cinco fue Santiago de Cuba, el 25 de julio de 1515.
Una vez fundada la villa Diego Velázquez toma la decisión en 1522 de trasladar el rango de Catedral de la iglesia de Baracoa para la de Santiago, así como, el horno de fundición de oro con el propósito de convertirla en la ciudad principal del país.
A partir de este momento la vida de la sociedad santiaguera comenzará a experimentar cambios de diversas índoles; y tal vez, sin que la sociedad se percate las campanas ubicadas en las torres de la iglesia Catedral acompañaran estos cambios a través de sus toques.
Introducidas en España a través del cristianismo, las campanas también llegan a Cuba para desempeñar funciones eclesiásticas y por qué no de orden civil además.
Consideradas por algunas bibliografías un instrumento musical debido a los sonidos que ellas pueden lograr, las campanas para mí criterio van mucho más allá, son legendarios medios de comunicación del mundo antiguo y del moderno también. Son damas de bronce que desde los campanarios de los templos religiosos logran llevar un mensaje de liturgia o dar las coordenadas del tiempo.
Gracias a una crónica de Ramón Cisneros Justiz, se puede conocer que las primeras campanas santiagueras fueron hechas por manos criollas.
(…) las primeras campanas fundidas en Santiago de Cuba salidas del taller de fundición, alfarería y labrado de piedras levantado por maeses Toledano en la primera mitad del siglo XVII en el espacio ubicado en la actualidad por la Iglesia de San Francisco, llamados por aquellos tiempo El Cocal, por la proliferación de matas de coco.
(….) ya se explotaban los yacimientos de Cobre en Santiago del Prado (el cobre) y como el hombre conocía los secretos de la metalurgia, se preparó las condiciones para obtener el bronce necesario que le permitirá fabricar campanas en una ciudad donde cada quien de aquellos adinerados deseaba alzar un mérito antes Dios con obsequios a los templos y otro al Diablo al mantener la esclavitud
En el Tomo II de las crónicas de Don Emilio Bacardí aparece una nota respecto a las campanas que dice así:
En Santiago de Cuba, las campanas de las iglesias, no son voleadas, ni tienen tampoco verdadero campanero cada iglesia; en ninguna parte, quizás, se repican tanto las campanas para fiestas etc. y se repican tanto porque los campanarios están a disposición de los muchachos. A la torre se encaraman corriendo, a la primera señal del sacristán, y agarrado cada cual de la cuerda del badajo de una campana, allá van notas al espacio según sea la solemnidad, y van los toques a compás de esta centinela que conoce todo el mundo, y que el cubano santiaguero repite interior o inconscientemente, al oír el alegre repiqueteo:
TAN, TAN, TAN…Juanica la vieja no tiene fustán… TAN, TAN, TAN… Cayuco; pepe en camisón… TAN, TAN, TAN
Para el hombre de la Europa medieval el tiempo tenía dos referentes fundamentales: uno de carácter físico, el sol; otro de tipo cultural, las campanas de las iglesias.
La jornada es decir las veinticuatro horas del día se dividía de acuerdo con las horas canónicas. Cada tres horas las campanadas de las iglesias monásticas anunciaban el rezo correspondiente: a medianoche, Maitines; a las tres, Laudes; a las seis, Prima; a las nueve de la mañana, Tercia; a mediodía, Sexta; a las 15 horas, Nona; a las 18, Vísperas y a las 21 Completas.
Desde que las campanas existen en nuestro terruño, el sonido de las mismas está relacionado con toda clase de acontecimientos, tanto en el orden religioso como en lo social. En la religión, el uso primero y principal ha sido, y es, convocar a los fieles a los actos del culto y en lo social, nos anuncia una situación de peligro como inundación, tormenta, terremoto, incendio, etc. y cuando se trataba de un entierro se podía saber a través del toque si el occiso era un niño, un anciano, hombre o mujer.
El lenguaje de las campanas es variado y complejo por ejemplo: el viático se anunciaba con un toque de dos campanadas graves, una pausa, una grave y una pausa, y así repitiendo el ciclo unos minutos; el toque de ánimas se hace a las nueve de la noche en invierno y una hora después en verano; es un toque que invitaba a rezar por las ánimas del purgatorio, y consistía en cinco campanadas graves, una pausa y tres clamores; y así se repetía el ciclo durante unos minutos y el toque de arrebato daba la señal de alarma cuando se producía un peligro.
La otrora villa de Santiago de Cuba cumplirá próximamente V siglos de estar en el corazón de su pueblo y todos los campanarios de las iglesias homenajearan con sus peculiares toques tan importante fecha en la historia.