Paladar San Cristóbal: la primera cena de Obama en Cuba
Una antigua casona habanera transformada en un lujoso paladar, denominación que reciben los restaurantes de gestión particular o “por cuenta propia”, recibió esta noche al presidente Barack Obama para una cena que con certeza le dejará un recuerdo inolvidable.
Todo el que traspone la puerta de la impresionante vivienda familiar, construida en la década de 1940, va de asombro en asombro ante la infinidad de artículos decorativos profanos o religiosos, fotos de artistas notables, relojes antiguos, esculturas, adornos de cerámica, platería, cristalería y un mobiliario ecléctico, representativo de todas las épocas.
Tal vez la mayor sorpresa sea encontrarlo repleto o con una mesa vacía que aguarda por los comensales que reservaron con varios días de anticipación. Su propietario y chef principal, Carlos Cristóbal Márquez Valdés, un negro alto y fornido que irradia simpatía gracias a una sonrisa angelical, que envuelve tiernamente su sonora voz, les da la bienvenida a los clientes con la promesa –siempre cumplida- de que recibirán una esmerada atención personalizada, atenta al más mínimo detalle.
El restaurante lleva el nombre de su inspirador y del santo patrono de La Habana, a quien se rinde tributo los 16 de noviembre, dando tres vueltas en torno a un ceiba sembrada en el Templete, en la Plaza de Armas del Centro Histórico.
Situado en la calle San Rafael, entre Lealtad y Campanario, en el corazón de Centro Habana, el restaurante San Cristóbal pareciera reunir en todos sus ambientes el espíritu amistoso del habanero, jaranero y chistoso o cortés y refinado, según las circunstancias lo exijan. Y así también es el menú: desde los deliciosos entrantesa base de salmón con caviar, berenjenas rellenas, tablas de quesos, tortilla española, cebiche de pescado, salpicón de mariscos.
Los platos fuertes sorprenden por su creatividad, ya sea el rabo encendido (de toro) o unas Tres Marías, un plato que combina pollo, ternera y el pescado) sin olvidar brochetas de jamón, pollo o carne de cerdo, la langosta termidor o esos caldos de los dioses de frijoles negros o de champiñones.
Obama y su familia –sin dudas Michelle- jamás olvidarán una velada como la del paladar San Cristóbal: a la luz de velas como Dios manda y con el trasfondo musical de viejos sones y cuentos de barrio, anécdotas y la genuina atención de Carlos Cristóbal Márquez, un hacedor de sueños y esperanzas.