Pedernales, turístico balneario convertido en zona cero en Ecuador
Pedernales, una tranquila localidad turística con playas sobre el océano Pacífico, se convirtió en la Zona Cero del terremoto de 7,8 grados que azotó el sábado a Ecuador, dejando al menos 350 muertos y más de 2 000 heridos.
Sobre calles en las que se levantaban casas y edificios, incluidos hoteles, ahora están arremolinados toneladas y toneladas de escombros y hierros retorcidos. “Las imágenes de la masiva destrucción se parecen a las dejadas por bombardeos”, dijo a la AFP Kléber Gallardo, un profesor que asombrado recorrió lo que queda de Pedernales, un poblado de 60 000 habitantes en el noroeste ecuatoriano.
“Como una película de guerra”, agrega, y describe lo que vio como “calles devastadas por una fuerza sobrenatural y desocupadas edificaciones que de milagro se mantienen en pie”. No es la primera vez que esta ciudad en el noroeste ecuatoriano vive una tragedia.
Pedernales prosperó durante los años 1980 impulsada por el boom camaronero, uno de los principales rubros de exportación del país, pero este se fue a pique a fines de los 1990 tras la enfermedad de la mancha blanca, un virus devastador que causa gran mortalidad en los crustáceos. Pasó a subsistir del turismo atraído por las cálidas aguas del Pacífico. Y ahora es una de las poblaciones “más afectadas” por el sismo, según expresó el vicepresidente ecuatoriano, Jorge Glas, en diálogo con la AFP .
Pedernales “era un centro turístico que estaba prosperando y el llegar a esto, con el terremoto, significa que la gente ya no vendrá. Además, cuánto tomará a la ciudad recuperarse, la gran mayoría de hoteles está en el suelo”, se lamentó Gallardo. Jorge Revelli, propietario de una hostería en la vía entre Pedernales y Cojimíes, también comenta apesadumbrado: “el alcance de todo esto es devastador, la situación es muy mala, va a haber que levantar toda la industria de nuevo”.
“La mitad de los hoteles están en el suelo y todo lo que es alrededor del hotel está colapsado. No hay servicios” básicos como luz y agua potable, dice a la AFP este argentino, radicado en Ecuador desde hace cuatro décadas. Con picos, palas, mazos y hasta potentes excavadoras mecánicas y tractores, los socorristas retiraban los deshechos para intentar encontrar a desaparecidos, dos días después del terremoto. “¡Vamos mi perrita, a trabajar!”, exclama el sargento de policía Oswaldo Morocho para alentar a una labradora retriever a que verifique si hay indicios de vida bajo pesados restos de concreto y hierro.
Luego de pasear lentamente sobre los escombros de un edificio de departamentos de cuatro pisos, que se levantaba en unos 500 m2 del barrio Brisas del Pacífico, en las afueras de Pedernales, la perra de color negro se coloca junto a Morocho. No ladra. Es decir, no hay señales de vida.
Publicado por Diario EL COMERCIO