Turismo comunitario: aportes para un modelo de gestión sostenible

15 de Noviembre de 2015 9:37pm
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Turismo comunitario: aportes para un modelo de gestión sostenible

El turismo comunitario experimenta un renacer paulatino en América Latina y el Caribe, pero el accionar de algunas comunidades para incursionar en este nuevo enfoque data de algunos años atrás, explicó en entrevista con CND el profesor Ernest Cañada, coordinador de Alba Sud.

En la actualidad hablar de turismo comunitario en esta región obedece a un modelo de desarrollo económico destinado al empoderamiento de las comunidades rurales, que son las encargadas de controlar el funcionamiento del negocio turístico y ser sus principales beneficiarias.

La consideración pertenece a Ernest Cañada, coordinador de Alba Sud y profesor de la Escuela Universitaria de Turismo y Hotelería de la Universidad de Barcelona (CETT-UB).

Debido a la reciente presentación del Catálogo Latinoamericano de Turismo Rural Comunitario editado por Alba Sud, una asociación catalana especializada en investigación y comunicación para el desarrollo, fundada en Barcelona en 2002, Cañada aceptó la invitación de Caribbean News Digital para abundar en cuestiones que identifican esta modalidad de recreación.
 

¿Qué se entiende por turismo comunitario?

El turismo comunitario o turismo rural comunitario, como lo llaman en otros lugares de América Latina y el Caribe, es básicamente un modelo de gestión de la actividad turística.

Son las poblaciones rurales organizadas colectivamente las que deciden impulsar la actividad turística como una forma de incrementar y complementar sus ingresos. Sin abandonar otros rubros tradicionales, como la agricultura, la ganadería, la pesca o la forestería estas organizaciones colectivas son quienes tienen el control sobre cómo se organiza el negocio turístico y cómo se distribuyen sus beneficios.

El turismo comunitario se desarrolla con la propia gente de la comunidad. Sin embargo, contrario a lo que algunos suelan pensar, no constituye un ejemplo de turismo comunitario el negocio impulsado por cualquier inversionista o gran finquero en una zona rural, aun cuando intervienen, desde la prestación de servicios, algunos actores comunitarios.

Tampoco podemos hablar de turismo comunitario cuando una familia, sola, pone algún tipo de negocio sin articularse con otras familias y sin mantener un vínculo solidario con el resto de la comunidad. Eso no es turismo comunitario, en cualquier caso sería turismo rural.

Entendido así, podemos concluir que para arribar a una concepción acertada de lo que significa turismo comunitario es fundamental logar la dimensión colectiva y la organización comunitaria.

El turismo comunitario se está ganando un lugar privilegiado frente a fórmulas estandarizadas del “todo incluido” que promocionan las grandes cadenas hoteleras. ¿A qué debemos este auge vertiginoso?

Ha habido un crecimiento progresivo del turismo comunitario, lo cual no quiere decir que se haya producido una explosión de hoy para mañana. Por ejemplo,hace más de 20 años que algunas comunidades empezaron a incursionar en el campo del turismo bajo este enfoque.

La visualización de esta nueva perspectiva un poco más notable en los últimos años, a mi modo de ver, se debe a varios factores. Por una parte, las organizaciones comunitarias han hecho un esfuerzo por mejorar la calidad de su oferta y han ganado en experiencia, lo cual trae aparejado que crezca el número de visitantes prestos a contar y compartir con sus amistadas las hazañas vividas.

También ha habido un crecimiento del turismo comunitario vinculado al mercado interno, sobre todo de clase medias y sectores populares, y en algunos lugares, como El Salvador, por ejemplo, se hace posible que esta opción llegue a los emigrantes salvadoreños que regresan periódicamente para vacacionar en su país. Este posicionamiento ha ayudado a mejorar los servicios y dar mayor sostenibilidad a las iniciativas turísticas.

Por otra parte, se ha producido un crecimiento en el mercado internacional que de igual modo obedece a diversas razones. El vacacionista, cada vez con mayor intensidad, demanda experiencias turísticas singulares y diferenciadas, lo cual es bien positivo para el turismo comunitario, pues permite al visitante agregar un valor a sus viajes que difícilmente pueden proporcionar los modelos turísticos más convencionales. La fórmula radica en el vínculo directo del extranjero con la cultura y los recursos naturales de un determinado lugar.

En este sentido, lógicamente, las iniciativas comunitarias están inmersas en la elaboración de acciones que permitan conectar sus dinámicas identitarias  con el mercado internacional. En algunos casos se logra la capacidad de promoción y mercadeo gracias al posicionamiento en Internet, a partir de sitios oficiales o de determinadas web de información turística, lo cual permite la comercialización de forma directa. Mientras, en otros casos se logra a través de tour-operadoras especializadas en este tipo de ofertas.

Precisamente es con este tipo de tour-operadoras que Alba Sud ha creado el Catálogo Latinoamericano de Turismo Rural Comunitario recientemente publicado. ¿Puede contarnos qué tipo de tour-operadoras son?

Efectivamente, en el Catálogo incluimos la oferta de tour-operadoras especializadas en turismo comunitario en 15 países de América Latina y el Caribe. No todas son exactamente iguales. En algunos casos, tenemos redes u organizaciones comunitarias que han creado una empresa propia para el trabajo de comercialización, puede ser el caso de ACTUAR en Costa Rica o TUSOCO en Boliva.

En otros casos, cuando no tienen la capacidad para hacer esto o no quieren hacerlo, estas organizaciones comunitarias han llegado a acuerdos con empresas privadas para garantizar la comercialización de su oferta, bajo principios muy claros y compromisos con las comunidades. Es el caso de Origins en Salta, Argentina, que llegó a un acuerdo para comercializar la oferta de la Red de Turismo Campesino de esta provincia. O de Toururlaes y la Mesa Nacional de Turismo Rural Comunitario en El Salvador.

También encontramos ONG que después de varios años de acompañar al sector comunitario, ya sea desde capacitaciones o mediante el apoyo a las infraestructuras, deciden ayudar, además, a fortalecer los vínculos con el mercado y crean también sus propias tour-operadoras profesionales. En Chile Travolution es un magnífico ejemplo de este tipo de procesos.

Finalmente, tenemos el caso de algunas tour-operadoras privadas que no necesariamente han llegado a un acuerdo con redes u organizaciones comunitarias, sin embargo, están comprometidas con las comunidades y las están apoyando y fortaleciendo y a su vez comercializan su oferta. Jurutungo Viajes en Puerto Rico o Matagalpa Tours en Nicaragua es un ejemplo de lo anterior.

¿Qué aportan estas tour-operadoras?

Su papel es muy importante, especialmente destacan por su capacidad para vincular las iniciativas comunitarias con el mercado internacional. No solo saben cómo llegar a mayoristas internacionales u otras tour-operadoras en sus propios países, sino que también es meritoria su aptitud para construir itinerarios que permiten conectar unas iniciativas turísticas con otras.

Es difícil que un turista extranjero viaje hasta un lugar determinado solo para ver una iniciativa. Pero si su visita incluye otras opciones de viaje el sentido de sus vacaciones cambia.

Por otra parte, estas tour-operadoras también ofrecer al turista además de las propuestas comunitarias, otras lugares y actividades más convencionales. Esto se dice fácil, pero es importante tenerlo en cuenta. Es posible que un cliente decida, de los 12 o 14 días que tiene para hacer vacaciones, estar 6 o 7 días conociendo lugares a través de iniciativas comunitarias, pero también quiere ir a la playa o visitar alguna ciudad colonial, y ahí no siempre hay una oferta comunitaria que se pueda incluir.

Lo que hacen las tour-operadoras, en estos casos, es trabajar con otros prestadores de servicios que, si bien no son agentes comunitarios, pertenecen a estos lugar, e impulsan pequeñas iniciativas que respetan el impacto ambiental de su actividad o tienen especial cuidado con los derechos laborales de sus trabajadores y trabajadoras.

¿Qué significa para América Latina y el Caribe  el auge dentro del sector turístico de esta modalidad de turismo asociada a las realidades comunitarias?

Dos cosas fundamentalmente. Por una parte es una oportunidad para desarrollar un sector económico con criterios más inclusivos y con mayor capacidad redistributiva de los recursos generados dentro del país, que beneficia a un sector grande de entes comunitarios, especialmente entre los sectores populares. Y a su vez, representa un modelo de desarrollo económico que empodera a las comunidades rurales, porque no se trata que otros se beneficien de la cultura y los recursos naturales de los lugares donde radican estas comunidades, si no que sean ellas quienes puedan controlar el funcionamiento del negocio turístico y ser sus principales beneficiarias.

Por otra parte, para América Latina y el Caribe supone la posibilidad de diversificar su oferta, complementar, y hacerlo de acuerdo con una de las tendencias en auge en el mercado turístico internacional.

Sabemos que las prácticas de turismo comunitario abordan otras cuestiones, más allá del esparcimiento y la recreación, asociadas a la planificación y uso consciente del recurso natural. ¿Qué estrategias o acciones son imprescindibles para cumplir con lo anterior? 

Es importante entender que en la mayoría de casos el turismo es una actividad totalmente nueva para el campesinado y las comunidades rurales en la mayoría de lugres de América Latina y el Caribe. Esto implica un esfuerzo muy importante para los comunitarios por entender y dominar la lógica del funcionamiento turístico, que es algo a lo que no están habituados. También es clave adaptar las infraestructuras para poder acoger a los visitantes. Finalmente, es fundamental establecer desde el principio vínculos con el mercado que les permitan, no solo tener la garantía de que los esfuerzos invertidos tendrán éxito, si no como una forma de ir aprendiendo progresivamente.

Lo anterior, incluye además tres cuestiones clave. Vamos por puntos. Primero hay que tener en cuenta cómo puede afectar el desarrollo de la actividad en el entorno de la comunidad. Para esto no existen reglas universales, porque la sostenibilidad depende de las características de cada contexto, pero es algo que no podemos obviar, tiene que incorporarse en la planificación de todo el proceso.

Segundo, los efectos pueden ser también sobre la misma comunidad, y puede provocar el crecimiento de desigualdades y tensiones internas. Por eso, hay que planificar muy bien y saber cómo organizarse para que el turismo sea realmente una oportunidad y no una fuente de disputas.

Por último, y no menos importante, hay que desarrollar el negocio turístico sin abandonar las otras actividades productivas, por mucho éxito que se tenga. Porque el turismo es una actividad vulnerable, y por causas ajenas a la dinámica comunitaria lo que hoy está funcionando al cabo de un tiempo puede dejar de hacerlo, entonces es recomendable no perder de vista la necesidad de diversificar las opciones. Más que especializarse en un solo rubro, es importante ver en el turismo una opción que ayude a las comunidades a complementar ingresos no a sustituirlos. Y esto es fácil de decir pero requiere mucho esfuerzo, formación y liderazgo político para avanzar por esta senda.

¿Qué importancia tiene la formación  de  profesionales  con una sensibilización  social  y  ambiental?

Es fundamental formar a jóvenes profesionales comprometidos de verdad con su país y con su gente para que puedan ayudar a desarrollar con calidad opciones turísticas que realmente genere un mayor bienestar para los sectores más desfavorecidos. Su papel es clave porque no se trata de competir en el mercado como una opción solidaria, esto tendría muy poco recorrido. Lo importante es que los productos y servicios que ofrecen las comunidades sean de una alta calidad y que realmente atraigan a la gente. Y para hacer eso hacen falta profesionales formados y comprometidos.

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