Museo de la Ciudad: otra historia de La Habana
Lo que la historia conoce como el Palacio de los Capitanes Generales en La Habana Vieja es hoy el Museo de la Ciudad de La Habana. ¿Cuáles son los principales hallazgos arqueológicos del lugar? ¿Qué muestran sus salas? Acérquese a este sitio y descubrirá parte de los secretos de la ciudad próxima a cumplir 500 años.
Inaugurado en el año 1791, el Palacio de los Capitanes Generales ha tenido más de una función: residencia de los capitanes generales, cárcel pública de La Habana hasta 1834, Alcaldía, Ayuntamiento y Palacio Presidencial. Pero la década de 1960 cambió su historia.
El 11 de diciembre de 1967, la administración de la ciudad decidió en sesión solemne dedicar el edificio a la sede de la Oficina del historiador de la Ciudad y Museo de La Habana. Fue entonces, cuando comenzó un arduo trabajo de restauración en este edificio, en lo que se conoce como el primer trabajo de arqueología urbana en La Habana.
Los trabajos permitieron conocer la composición litológica del suelo, descubrir el misterio de decenas de sepulcros de la extinta Parroquial Mayor de la ciudad y obtener valiosos objetos testigos de una época colonial.
Muy poco es lo que queda de aquella primera iglesia. Solo existen tres vestigios de lo que fuera: una benditera, la piedra de fundamento de la iglesia original y un espacio, llamado El Tuliano, que hoy no está abierto al público y por donde se establecía el alcantarillado de la ciudad. Y solo se pudo conocer el sitio exacto donde fuera erigida la iglesia gracias a tres planos de la época que el historiador de la ciudad, Dr. Eusebio Leal encontró en los Archivos de Indias en España y cuyas copias se exhiben hoy en la Sala de Arte Sacro.
El palacio posee 40 salas de exposiciones permanentes, dedicadas a mostrar la historia de las guerras de independencia en Cuba. Otras, revelan cómo era la vida señorial en España y Europa y cómo ello incidió en la sociedad cubana de la etapa colonial.
Hoy, en la planta baja, en lo que fuera la antigua cuadra y caballeriza, se exhiben coches, carruajes y otros elementos de la transportación, máquinas de extinción de incendios y la maqueta de la locomotora similar a la que en 1837, por vez primera, inició viaje desde La Habana. Está la Sala de Arqueología, de Arte Sacro, la muestra de bóvedas subterráneas y el despacho del primer historiador de la ciudad, Emilio Roig de Leuchsenring.
Hay muebles antiguos, obras de arte, porcelanas francesas y orientales, colecciones de vajillas y candelabros, de uniformes españoles y armamento español. Está el Salón Rojo y Dorado, con sus espejos de Venecia y sus colosales montaduras áureas. Fue aquí donde se velaron los restos mortales del Generalísimo Máximo Gómez. Existe un Salón del Trono, pensado para un rey que jamás pisó suelo americano.
Una sala muy representativa es la dedicada a las banderas. Allí está la primera bandera cubana enarbolada el 19 de mayo de 1850. Y por si fuera poco, hay cañones, armas y documentos.
Un museo que ocupa toda una manzana frente a la Plaza de Armas en La Habana Vieja y resguarda varios siglos de historia.