¿Cómo conservar el talento en una organización?
Por Juan Barjau
En el mundo de los negocios es habitual leer que una determinada empresa está buscando el mejor talento ofreciendo condiciones inigualables y ambiente laboral excepcional como estrategia de captación, como si fuera así de sencillo.
¿Os imagináis localizar el mejor talento como encontrábamos antes fontaneros por la “F” en nuestras añoradas páginas amarillas? Qué tiempos aquellos.
Bajo mi humilde opinión, hay una excesiva obsesión por la búsqueda de talento como remedio a todos los males de una organización o la creencia absurda de que trayendo al mejor fichaje llevaremos nuestra empresa a cotas nunca conocidas.
Lo anterior, quizás podría funcionar en un equipo de fútbol, donde la estrella del momento podría asegurarnos 50 goles por temporada y así acercarnos a los títulos deseados. No nos engañemos, en la mayoría de los casos la intención se acerca más a una operación de marketing como reclamo para llenar los estadios, que tampoco es objetivo menor.
Sin embargo, ese intento de fichaje de un “goleador” tiene difícil encaje en el mundo empresarial. No lo afirmo con pesar, sino simplemente como reflexión. Sería deseable que el futbol fuera más espectáculo que negocio y que el mundo empresarial fuera más negocio y menos espectáculo, confiando no herir ninguna sensibilidad por mi exposición.
¿Qué es el talento?
Aquí podría estar el quid de la cuestión, y, en contra de lo que pudiera parecer, no es una pregunta fácil de responder.
La mayoría podríamos considerar el talento como una capacidad o habilidad de una determinada persona para realizar una tarea, función, ejercicio u ocupación que asumimos que está muy por encima del resto de los mortales.
Esta interpretación estaría dentro de las dos primeras acepciones que recoge la RAE. Sin embargo, hay otras voces que nos hablan del talento desde un prisma diferente.
Hace unos meses, tuve la oportunidad de debatir al respecto en una charla-entrevista con Toni Nadal, ex entrenador de Rafa Nadal, durante el evento que celebró la empresa Hotelverse en Palma de Mallorca.
Reflexionamos sobre el talento y sus diferentes acepciones, pero también sobre otros aspectos y valores de la personalidad que ayudaron a convertir a Don Rafael Nadal en un jugador único.
Según el que fuera su entrenador durante más de 25 años, el tenista mallorquín poseía un talento único, pero entendido como la capacidad de aprender, de esforzarse y trabajar a diario para mejorar su juego y sus capacidades.
Creo que sería bueno trasladar estas reflexiones al mundo empresarial. Considerar el talento como una “habilidad”, aunque no la posean todos los individuos de una organización, y poner el foco en trabajarla y mejorarla. Nunca he entendido por qué hay tanta obsesión por la búsqueda de talento y tan poco esfuerzo por conservarlo.
¿Cómo impedir la fuga de talento?
En el sector público muchos investigadores o profesionales reputados de diferentes disciplinas, criados y formados en nuestro país, viajan fuera de nuestras fronteras en busca de un futuro más prometedor. Seguramente no es solo una cuestión económica, que tendrá un peso determinante en la decisión, sino la ausencia de las condiciones adecuadas o el reconocimiento a su trabajo, buscando fuera lo que no tienen en casa.
Dentro del ámbito de la empresa privada ocurre algo similar. Si tenemos la suerte de contar con profesionales “talentosos” dentro de nuestra organización, pero no somos capaces de ofrecerles las condiciones y el ambiente laboral adecuado para su crecimiento profesional, simplemente se irán.
Es muy habitual escuchar en los círculos empresariales la frase tan manida de “siempre se van los mejores” y, en menor proporción, ver a las empresas realizando un examen de conciencia para entender por qué lo hacen.
Otro aspecto que también nos llevaría a un interesante debate es preguntarnos que es más conveniente para nuestra organización, buscar talento joven y con ganas o apostar por un talento senior con más experiencia y “seniority” (palabra muy de moda últimamente).
Dejemos la reflexión generacional para una próxima ocasión que hay mucha materia y conviene profundizar en ella.