Ómicron, el Demonio sale de nuevo de su guarida
Por Juan Barjau, experto en comercialización y distribución turística
El sector turístico es con seguridad una de las Industrias más expuesta a variables externas que escapan a su control, pero que son determinantes para que los números salgan. El clima, la estabilidad política y social de los países que se visitan, la seguridad jurídica de los territorios donde se quiere invertir y una lista interminable a la que ahora tendremos que añadir, mal que nos pese, el Covid.
Las compañías bróker que utilizan los turoperadores para programar sus operaciones especiales chárter tienen por costumbre incluir en sus contratos una cláusula de cancelación, de uno o varios de los vuelos programados, por lo que se denomina causa de fuerza mayor. Llegado el caso, los motivos que se alegan, al estar fuera del control del operador, le permite quedar exonerado de cualquier responsabilidad sobre los vuelos programados que finalmente no sean operados.
Las causas que podemos encontrar en este tipo de contratos son de lo más variado; disturbios, huelgas, cierres patronales, conmoción civil, existencia, temor o inminencia de guerra entre naciones cualesquiera, actos terroristas, guerra civil, actos de autoridades gubernamentales incluyendo autoridades de Aviación Civil, fuego, inundaciones, niebla, helada, hielo, tempestades, epidemias, cuarentena, bloqueo, embargo de la aeronave, rotura o accidente de la aeronave o cualquier otra causa similar fuera del control del operador.
Cuando llegó a nuestras vidas el Coronavirus o Covid 19, como se desee recordar, el mundo entero tembló, aprendimos lo insignificantes y débiles que somos ante situaciones de esta naturaleza, especialmente porque ni lo vimos llegar, ni estábamos preparados para recibirlo.
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Recuerdo aquellos tiempos de diatribas legales en las que compañías aéreas, brókers, turoperadores o las propias compañías de seguros implicadas, se enfrascaron para determinar quién pagaba la fiesta, si se permite la expresión, del cese de todas las operaciones programadas. Y acto seguido, cómo articular los consiguientes reembolsos por los servicios pagados y no prestados.
Que la OMS declarara al virus como pandemia y que los países decretaran cerradas sus fronteras supuso el punto final y el inicio de la pesadilla que llevó a muchas empresas a lo que algunos catalogaron como actividad cero, expresión que en sí misma es pura contradicción pero que refleja fielmente lo acontecido en aquellos días.
Redacto este artículo en pleno Puente de Diciembre, aunque seguramente lo estés leyendo de regreso de este y parece que la historia se repite. El Demonio sale de su guarida y vuelve a hacer de las suyas. Aunque para ser justos, deberíamos constatar que en realidad el virus nunca se fue del todo y que ha sido más nuestro imaginario y deseo de olvidar el que nos ha llevado a una conclusión equivocada.
Con Ómicron regresaron los cierres de fronteras de algunos países, las cancelaciones de vuelos especiales para estas fechas y el parón de las reservas. Todos miramos las Navidades deseando que la historia no se repita.
Sin embargo, haciendo valer mi condición de optimista de arraigo, creo sinceramente que la situación actual, ni es la misma de hace un año, ni la población tiene el índice de vacunación de entonces. España precisamente encabeza la lista de los países más inmunizados y deberíamos sentirnos orgullosos de ello.
Tomemos todas las medidas que sean necesarias, sigamos las directrices de Sanidad, pero por favor, no caigamos en la desesperación ni generemos de nuevo incertidumbre que es la peor compañera de fatigas para navegar en tiempos revueltos.
En las últimas semanas he podido comprobar la buena salud de los propósitos de muchos empresarios turísticos que miran con buenas sensaciones a 2022. Bajo mi humilde opinión creo que tenemos la obligación de proyectar en positivo confiando que el Señor de las tinieblas siga guardando reposo.