Argentina: Santa Fe de la Veracruz

02 de Julio de 2013 7:08am
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Argentina: Santa Fe de la Veracruz

Muy temprano nos convocamos en un lugar céntrico de la Capital Federal. Iniciábamos los miembros de Visión (Asociación Internacional de Periodistas y Escritores Latinos de Turismo) un nuevo reto. Una idea de la cual me siento su autor y muy bien ejecutada por nuestro presidente Carlos Massip. Un auténtico desafío: realizar nuestras reuniones en distintas provincias de nuestro país. Los nervios de esta nueva etapa  nos consumían.  Hoy podemos decir: Fue un éxito. Dos provincias señeras en esto de divulgar el turismo nos dieron todo su marco. Santa Fe y Entre Ríos.

Apretujados para combatir el frío, observamos cómo las sombras de la noche, muy remolonas, no querían dejar su modorra nocturna y se relamían con el solo recuerdo  de sus secretos. Montados sobre una combi, luego de los clásicos saludos y la bienvenida a nuevos integrantes el sueño empezó a dominar el pensamiento de algunos. Los ojos se tambaleaban como borrachos que quieren hacer equilibrio sobre el cordón de la vereda. Muy pronto fueron dominados por Morfeo. En mi caso, el destello del primer rayo de luz del sol despertó mi imaginación. Nos dirigíamos a una provincia que lo tiene y tuvo todo: Santa Fe.

Un largo territorio que se reconoce rápidamente en el mapa de Argentina. Conocida como la bota por su clásica forma, fue el paso obligado de todo lo que sucedió en nuestro país y acogió una gran legión de inmigrantes. Los Gringos. Él río Paraná besa sus costas y divide aguas con la Mesopotamia Argentina. Provincia productora de todo y bueno: trigo, carnes, maderas… Sin olvidar a su gente, sobre todo su gente, y con ella su historia.

Con el sol de lleno sobre mi cara, no pude dejar de recordar el “Febo asoma, ya sus rayos iluminan el histórico  convento. Nuestra querida marcha de San Lorenzo”. Justamente este año se cumplen 200 años de la batalla que le dio origen. Nuestro muy querido General José de San Martín. Allí sobre estas tierras le dio inicio a las gestas de la independencia de nuestro país, de Chile y Bolivia. Esta reconocida marcha militar es usada en otros países del mundo. Quizás muchos la conocen sin saber que su origen fue sobre las orillas del río Paraná. Bautismo de fuego de los Granaderos a Caballo, hoy guarda oficial de los presidentes de nuestro país.

Nos acercábamos a Rosario, la segunda capital en importancia de nuestro país, título que heredó  hace algunos años por su pujanza industrial, también llamada la Chicago Argentina. Conflictiva desde siempre para cruzarla, nos causó alguna demora,  pero nos permitió ver su puerto, su venta de pescado de río en contra de todas las leyes vigentes y su nuevo atractivo, el magnífico puente que la une con Entre Ríos, con la ciudad de Victoria, exactamente. Una maravilla.

Un tránsito rápido nos llevó por la autopista  hacia la ciudad buscada. Santa Fe de la Veracruz. Su orgullosa capital. Allí nos esperaban las autoridades de la Dirección de Turismo provincial. Chek Inn en un hotel cinco estrellas, el Holiday Inn. Opíparo almuerzo y rápido paso por nuestra habitación. Salida rápida para recorrer una empresa cervecera, líder en el norte argentino, Cervecerías Santa Fe. El Habitante santafecino es quizá por sus orígenes, la temperatura o realmente porque le gusta, un gran tomador de esta bebida popular. No hay fiesta familiar donde no se haga explotar dos o tres barriles  de la rubia con su cabeza blanca de espuma. La cerveza.

En nuestros viajes de pesca, en los primeros concursos de dorado y surubí, en la provincia de corrientes, Chaco y en la ciudad de Reconquista, al norte de esta Provincia,  este paso era obligado, buscábamos la hora adecuada para brindar con su helada bebida, que llenaba la copa con el famoso liso santafecino. No importaba si la pesca había sido buena o no. Levantábamos en nuestros brazos a la rubia como señal de amistad. La cerveza santafecina.

En la ciudad de Esperanza, un gran amigo, Jorge Behrenz, el Alemán, con quien muchos años luchamos juntos por la protección del Dorado y las especies del Paraná. Autor de la ley El Dorado. Pez Turístico provincial, me invitó a su ciudad. Muy cerca de esta capital.  En esos boliches hoy disfrazados de elegantes confiterías se libaban tragos de todas clases y colores. Que Dios los mantenga en su fiesta diaria. Allí, sin querer,  escuché esta anécdota:

Resulta que hay un taller mecánico donde un grupo de amigotes -Los vagos, en su lenguaje pueblerino- se juntaban  los viernes a comer y tomar cerveza. En principio se abría un solo barril y algunos  quedaban con sus gargantas secas -pobres-; debían recurrir a otros lugares a seguir bebiendo para dominar su incansable sed. Algún iluminado predijo: Por qué no abrimos un segundo barril. La pregunta fue. ¿Qué hacemos con lo que sobra? ¿Se imaginan? Era mucho para tirarla. Al otro día, como quien no quiere la cosa, pasaban  a preguntar cuánto había quedado. Seguramente su intelecto les remordía por saber en qué estado estaba la misma y alguno que otro liso se despachaban. Hasta que apareció un genio, un verdadero genio no reconocido aún, e hizo la siguiente propuesta: Por qué no tenemos un barril abierto permanentemente. De manera que sea la fuente interminable de la amistad. Por allí pasó la ciudad y poblaciones limítrofes. Grande. Genios.

Una apurada recorrida por la ciudad. Nuestra reunión de Visión Capítulo Argentina y la visita cordial de periodistas locales. Todo ello en la Dirección de Turismos Provincial. Objetivo cumplido. Luego, un ratito para una ducha y nuevamente a la calle. Debíamos ir a cenar a un lugar muy pintoresco de esta provincia. Una recorrida por su costanera. El puente de hierro, una foto obligada de este lugar, totalmente iluminado, es un magnífico recuerdo.

Hace un tiempo, allí a su derecha, en un puerto deportivo, hicimos noche en una embarcación que remontaba el río Paraná, haciendo una pesca deportiva por todos sus puertos. Había partido desde mi ciudad, La Plata. Un grupo de amigos. Unos  cuantos kilómetros por agua. Qué lindos días pasamos en aquella oportunidad.

Un rápido trayecto y nos recibió el Monumento de Carlos Monzón, nuestro gran campeón de boxeo. Allí estábamos, en el Quincho de Chiquito. El lugar típico de la provincia. Se sirve solamente pescado de río, en todas sus variedades, en todas sus formas: A la parrilla, en fritanga, en empandas, en albóndigas… Quizás con el guiño de algún mozo, te sirven alguna otra cosa. Pero incluso si no te gusta el pescado debes visitarlo. Es el lugar. Modesto pero con todas su historia. Si querés ser famoso te debes sacar una foto en el lugar y colgarla de sus paredes. Es así, aunque parezca exagerado. Justamente estuvimos el día de su cumpleaños. Hoy. Chiquito. Ausente por un largo viaje.

Desde la costanera, mirando la luna que reflejaba su esplendor sobre el agua. Aprovechaba y les contaba a mis colegas lo interesante y lindo que es recorrer la ruta 1 a orillas del río para llegar a la ciudad de Reconquista. Unos trescientos kilómetros.  Tenía como costumbre, cuando viajaba para el Concurso Nacional  de Pesca del Surubí, darle una  recorrida a la ida o a la vuelta, todo dependía del tiempo disponible.  Me gustaba hacer este trayecto sin apuro, trasladándome en el tiempo recorriendo esa pintoresca ruta.

Sus pueblos se suceden como pinceladas de un gran pintor: San Javier, Alejandra, Cayasta, Romang y tantos otros. A mitad de camino hace unos años dicté el primer curso de Guías de Turismo de Caza y Pesca en nuestro país. Allí funcionaban unas bases de caza del pato, muy bien organizadas, y con mucho éxito, sobre todo con los europeos. Cuántos y qué lindos recuerdos me trae recorrer mi país.

Un paseo por el casino, algunos colegas despuntaron el vicio nocturno de ser habitante de la noche, un puro cubano entre los labios para algunos, el ruido de la fichas y la maquinas con sus timbres y sonidos tan peculiares. Humanos con cara de malos y otros que irradian alegría, son las imágenes del juego. Bebidas y anécdotas, siempre el gran atractivo de la amistad y los recuerdos. Una caminata hasta el hotel, para cansarnos y no pensar. El cansancio es la mejor compañera para no pensar durante la noche.  Solamente. Únicamente, lindos sueños.

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