Las habitaciones de hoteles y la contaminación bacteriana
Los hoteleros tienen la obligación de proveer a sus huéspedes de un ambiente seguro. Actualmente, las prácticas de limpieza varían entre las marcas y las propiedades con poca o ninguna estandarización en todo el sector. El método actual de validación de la limpieza de una habitación de hotel es la evaluación visual, que ha demostrado ser ineficaz para medir los niveles de higiene.
Generalmente, las amas de llave limpian de 14 a 16 habitaciones por turno de ocho horas, pasando aproximadamente 30 minutos en cada habitación. Identificar los artículos de alto riesgo en una habitación de hotel permitiría a los gerentes de mantenimiento diseñar prácticas de limpieza estratégicamente y asignar el tiempo para reducir con eficiencia los potenciales riesgos de salud por la contaminación microbiana en los alojamientos.
En un reciente estudio realizado a 19 superficies en tres habitaciones de hoteles se encontró que los controles remotos de las televisiones y los interruptores de las lámparas de noche califican, junto a los inodoros y los lavamanos de los baños, en tener los niveles más altos de contaminación bacteriana.
La investigación también halló niveles altos de contaminación bacteriana en las esponjas, trapeadores y otros artículos de los carritos de las amas de llaves. Esto es preocupante, porque podría llevar a contaminación cruzada entre las habitaciones. Además, se descubrió que los niveles más bajos de contaminación están en las cabeceras de las camas, las barras de las cortinas y los pomos de las puertas.
Se sabe que los niveles de contaminación son un indicador confiable de la limpieza general. Unas habitaciones sucias plantean un riesgo potencial a los huéspedes, sobre todo los que tienen sistemas inmunitarios debilitados. Por ello, en los procedimientos de limpieza es necesario que se logren dos objetivos: 1) eliminar suciedades y 2) eliminar los microorganismos
La limpieza es un procedimiento que separa, suspende o disuelve, generalmente en agua, la suciedad que presenta el objeto o la superficie que se desea limpiar. Una limpieza bien hecha no es necesariamente el resultado de una conjunción sencilla de agua, jabón y fuerza muscular. Tiene que haber una armoniosa combinación de la fuerza mecánica, lo químico, el tiempo de contacto. La influencia de cada uno de esos factores dependerá del objeto o superficie a limpiar, el tipo o clase y “antigüedad” de la suciedad.
Por ello, para lograr una limpieza adecuada se imponen muy buenas prácticas de higiene y conocer a fondo cuáles son las áreas más proclives de contaminarse en el lugar que se pretende limpiar y desinfectar. Esto vale para una habitación de hotel, pero también para nuestros hogares.
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