Trabajadores de Orizonia reclaman un análisis a fondo sobre su desmantelamiento
Cuando ya desde la dirección de Orizonia confirmaron que los acuerdos negociados con grupos como Barceló y Globalia permitirían salvar solo unos 1.500 empleos, a partir de ventas de activos como la red de agencias Vibo, parte de la aerolínea Orbest y la hotelera Luabay, los trabajadores de la compañía siguen protestando por el manejo que se le ha dado a la situación del grupo, en franco proceso de desmantelamiento, con deudas alarmantes y una cifra de despidos por encima de los 3.000 empleados.
Desde su condición de principales afectados con la quiebra de la empresa, los empleados no sólo están reclamando el pago de las nóminas de febrero, aún pendiente a los “malabares” que se puedan hacer con otros activos, y un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) mucho más justo, sino además que se haga un análisis a fondo de las causas reales que llevaron al hundimiento del grupo.
Según anunciaron líderes sindicales, esa será su principal demanda durante las protestas que tienen previstas desde este viernes frente al Ministerio de Industria, Energía y Turismo del país, al que pedirán que se implique en el conflicto y ayude a exigir porque los propietarios de la compañía, sobre todo el fondo de capital de capital riesgo Carlyle, así como los gestores, “asuman sus responsabilidades”.
Aunque durante toda esta semana se ha barajado por diversas fuentes que la estrepitosa caída de Orizonia está relacionada con una mala administración del grupo en los últimos tiempos, con la difícil situación que vive España, y hasta con la controvertida decisión de la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) de alargar el análisis de su posible integración en Globalia, lo que la obligó a entrar en preconcurso de acreedores, para muchos representantes sindicales queda claro que si los fondos propietarios hubieran respaldado al grupo en ese momento la evolución de su crisis hubiera sido diferente.
Esa es la opinión también de directivos de la empresa, que han revelado por otra parte que tanto Carlyle, con un 55% del capital de la compañía, como Vista Capital, con un 36%, e ICG, con 5%, dejaron de aportar fondos a Orizonia desde hace casi un año, precisamente cuando caían ventas y consumo en España debido a la coyuntura económica que vive el país. Al parecer, la gran compañía dejó de ser interesante para sus dueños en la misma medida en que la acechaban y vencían las dificultades del entorno, más un mal desempeño para enfrentarlas.
Lo curioso es que en 2011 el grupo había logrado facturar unos 2.350 millones de euros y registró ocho millones de clientes, por lo que quizás con un poco de ayuda para superar su deuda de 640 millones de dólares, moviendo algunos de sus activos y con una gestión un poco más emprendedora, habría logrado remontar la cuesta de la caída.
Sin embargo, la salvación que suponía la compra por parte de Globalia se retardó y complicó, en tanto que Orizonia, sin más respaldo, se vio enredada en una madeja de problemas que la terminó de asfixiar.




