Turismo en Latinoamérica: intentando sortear la crisis de la Covid
Redacción Caribbean News Digital
Las llamas de Machu Picchu podrán pastar libremente y sin temor durante al menos 15 días. La crisis del coronavirus ha alcanzado las alturas de la ocupada ciudadela Inca, que esta semana ha colgado el cartel de cerrado. Pero la calma que disfrutan los animales es el temor del sector.
El estallido de la pandemia en el continente ha puesto en alerta a la industria turística latinoamericana, donde el nerviosismo crece debido a la ola de cancelaciones y pérdidas millonarias poco después de que comenzara la Semana Santa, cuando los viajeros llenan las playas y museos y dan vida a una vacilante economía regional.
El sector se encuentra atrapado entre dos fuerzas. Por un lado, las medidas adoptadas en Europa y los Estados Unidos para restringir la movilidad interna y la consiguiente disminución de las salidas. Por otra parte, las prohibiciones impuestas por un buen número de países de América Latina para impedir la llegada de turistas desde ciertos mercados emisores importantes. Argentina, Colombia y Perú, tres importantes mercados, ya han anunciado restricciones de entrada.
América Latina, que cerró el año 2019 con un crecimiento mínimo del 0,1%, ha perdido peso como destino en los últimos años debido a la aparición de Asia y la recuperación de Europa. En 2018 registró el ingreso de 114 millones de turistas internacionales que dejaron alrededor de 97.000 millones de dólares, según cifras de la Organización Mundial del Turismo (OMT). América del Sur creció sólo un 1% en 2018 y el Caribe cayó un 1%, frente al 7% de Asia y el 5% de Europa. A este descenso se añade ahora el coronavirus.
México, el principal destino de América Latina y el séptimo del mundo, es el que más puede perder. En 2018, recibió 41 millones de viajeros internacionales, el 35% del total regional, que dejaron 22.000 millones de dólares. El peso del sector es considerable y representó el 8,7% del PIB en 2018, el último del que se dispone de cifras. En 2019, las llegadas crecieron hasta los 49 millones, un incremento del 9%, según las cifras oficiales.
Estas cifras dan una dimensión de la amenaza que se cierne sobre la ya enferma economía del país, que cayó un 0,1% en 2019. El coste de la crisis oscilará entre el 1% y el 5% del PIB turístico y el flujo de viajeros internacionales puede reducirse hasta en un 10% si se multiplican los casos de contagio, según un estudio del Centro de Investigación y Competitividad Turística de la Universidad Anáhuac, publicado el viernes y coordinado por el académico Francisco Madrid.
El antecedente más cercano es la epidemia de la gripe H1N1 de 2009, cuando las llegadas de turistas internacionales a México se desplomaron un 53% en mayo en comparación con el mismo período del año anterior, el estallido de la crisis económica agravó la situación. Francisco Madrid señala las diferencias con la epidemia actual, principalmente debido al papel de las redes sociales. "La enorme capacidad de contagio y la forma en que se gestiona el flujo de información lo hacen diferente", dice.
Aunque el gobierno mexicano aún no ha considerado medidas drásticas de contención, los efectos ya se están sintiendo. El 30% de las reservas para la Semana Santa han sido canceladas, según la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco). Su presidente, José Manuel López Obrador, señala que aún puede empeorar.
"El impacto puede ser aún mayor, porque las restricciones de contacto se aplicarán también a los nacionales", dice. Aeroméxico redujo sus vuelos a España a menos de la mitad este lunes. La industria de cruceros, que ha crecido rápidamente en los últimos años, es una de las más vulnerables. La compañía Princess Cruises canceló cinco cruceros que debían llegar a la isla de Cozumel en el próximo mes y medio.
El resto de los principales destinos turísticos de la región han optado por el camino de las restricciones. En Perú, que recibió más de cuatro millones de visitantes extranjeros en 2018, el Gobierno decretó una emergencia nacional y, con ella, el cierre durante 15 días de Machu Picchu, la joya del país andino.
"Estamos manteniendo un equipo mínimo, y el resto del personal, a su casa en cuarentena", dice el coordinador del área arqueológica, Miguel Zamora. Entre los boletos y el transporte, la pérdida aproximada por día, en una estimación conservadora que no tiene en cuenta los gastos en restaurantes y hoteles, será de 700.000 dólares.
Sin Machu Picchu, la región de Cusco, centro de la civilización inca y del turismo peruano, ha empezado a jadear por el aire. La presidenta de la Asociación de Agencias de Turismo de Cusco, Silvia Uscamayta, asegura que el 60% de los paquetes han sido cancelados. "Hay un mar de cancelaciones debido a la prohibición de vuelos desde Europa y Asia", dice Uscamayta. "Hemos pasado por la época del terrorismo, el cólera, pero nunca hemos tenido un problema de bloqueo".
Al igual que Perú, Colombia también ha cerrado la entrada de extranjeros de todos los países y ha suspendido el tránsito y el desembarco de cruceros. La tendencia ascendente del sector, que creó 1,9 millones de puestos de trabajo en 2019, ha hecho frente a la epidemia. "No canceles tus sueños, apártalos" es el mantra desesperado que las empresas promueven para tratar de mitigar los daños.
Las pérdidas entre el 8 y el 12 de marzo alcanzaron los 45.000 millones de pesos, unos 11 millones de dólares, según la Asociación Hotelera y Turística de Colombia (Cotelco). "La ocupación hotelera nacional se ha contraído 2,3 puntos porcentuales. Si la crisis se prolonga, podría producirse una catástrofe.
Hay hoteles que están pensando en cerrar o reducir la operación", explica Gustavo Toro, presidente de Cotelco. Las aerolíneas están en la primera fila de los afectados. Latam y Avianca anunciaron un plan para reducir su capacidad entre el 30 y el 40% a partir del sábado.
En el caso argentino, el coronavirus va a frenar la recuperación de un sector muy afectado por la crisis económica en la que está inmerso el país. El impuesto del 32% sobre la compra de dólares había puesto al sector en alerta a finales del año pasado.
Las agencias de viajes lo compensaron con el turismo local y esperaban que las ventas de marzo finalmente estabilizaran el negocio. Todo ha cambiado con la epidemia. "No tenemos miedo, estamos aterrorizados", resume un operador de Buenos Aires que prefiere no dar su nombre y que ahora hace planes de contingencia para al menos mantener en pie su estructura comercial.
Las agencias pasan sus días atendiendo el reclamo de los que no pueden viajar por restricciones aéreas y de inmigración. "Para los viajes internacionales, nadie pregunta y el nacional se ha derrumbado. Lo que pedimos a los clientes es que no cancelen, que pospongan. Las compras cerradas están cayendo para abril y mayo, porque la gente no sabe lo que va a pasar", dice el mismo operador. El cierre de parques nacionales como las cataratas del Iguazú y el glaciar Perito Moreno auguran que los meses venideros aún serán difíciles.
La expansión de la epidemia en Brasil, el país que más turistas aporta a Argentina y que tiene unos ingresos por turismo del 8,1% del PIB, es otro frente abierto. La Asociación Brasileña de Líneas Aéreas (Abear) informó el lunes de una reducción del 30% en los vuelos nacionales y del 50% en los viajes internacionales en comparación con el mismo período del año pasado.
La Asociación Brasileña de Agencias de Viajes (Abav) pinta un cuadro aún más sombrío. Un balance parcial de la entidad apunta a una tasa de cancelación de viajes del 85% en marzo, proyectando que la "mayor crisis vivida por el sector" generará un alto nivel de quiebra entre las empresas.
América Latina, que cerró el año 2019 con un crecimiento mínimo del 0,1%, ha perdido peso como destino en los últimos años debido a la aparición de Asia y la recuperación de Europa. En 2018 registró el ingreso de 114 millones de turistas internacionales que dejaron alrededor de 97.000 millones de dólares
Recuperación incierta
Con la caída del turismo internacional, la industria comienza a volcarse hacia el nacional, el grueso del negocio. En México, el 73% de la capacidad hotelera fue ocupada por viajeros nacionales en 2019 y el 27% restante, internacional, según datos del gobierno.
El presidente de la Confederación de Asociaciones Turísticas de América Latina, el empresario Armando Bojórquez, confía en este salvavidas. "El turismo nacional es lo que siempre ha salvado al sector de la crisis. Habrá mejores tarifas y ofertas y eso te puede animar", explica. Pero ese repunte del turismo interno será un signo de interrogación al extenderse las restricciones al interior del país. Además, no se gasta lo mismo. El gasto del viajero internacional en México, unos 1.000 dólares de media, es el doble que el de los nacionales, según el propio Bojórquez.
La depreciación de las monedas locales frente al dólar hace que la región sea, a priori, un destino atractivo, aunque el alcance de esta ventaja queda por ver en un contexto de crisis sanitaria mundial. El peso mexicano ha perdido el 24% de su valor en el último mes y el peso colombiano, el 34% en 10 días.
"Podría tener una ventaja competitiva, pero si el mercado no está interesado en viajar porque tiene otras prioridades, puede no importar", dice Francisco Madrid. El Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) estima que el tiempo medio de recuperación después de una epidemia es de 19 meses.
Algunos gobiernos han dado un paso adelante. Colombia y Argentina han anunciado paquetes de apoyo para las empresas afectadas, incluyendo la apertura de una línea de crédito. Por ahora, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha descartado las acciones de rescate.
"Seguimos teniendo una afluencia de turistas, todavía no hay recaída, tal vez la haya, pero no nos adelantemos", declaró el lunes. Una paciencia que contrasta con las reivindicaciones del sector. La Concanaco enviará pronto una serie de propuestas al Gobierno, entre ellas la ampliación del pago de impuestos. "Hay que activar estrategias para que la recuperación se produzca lo antes posible", dice su presidente, José Manuel López. "Va a ser un año con cifras muy malas".