Castillo de Baños de la Encina, la fortaleza de los siete reyes

por Gabriela Sánchez
El sur de España tiene más encanto de lo que parece. Si ya de por sí seduce por su clima y el desparpajo habitual de su gente, la historia y su legado vienen a ratificar que con Andalucía habrá siempre que contar en materia de turismo, no solo de la península ibérica sino de Europa. Pocos saben que es Jaén, la provincia donde se halla el castillo más antiguo del país y el segundo del Viejo Continente.
En lo alto del cerro del Cueto, en Baños de la Encina, desde 2021 considerado uno de los pueblos más bonitos de España se alza el Castillo homónimo, también conocido como Castillo de Bury al-Hamma. Cual vigía de Sierra Morena, la fortaleza omeya fue construida en el siglo XII por orden del califa Al-Hakam II y desde entonces ha sido testigo de la historia de la nación.
Legado musulmán en piedra y cal
La construcción ovalada se erige a base de tapial o tabiyya, una técnica constructiva de origen árabe para la cual se usa tierra, cal, arena y piedras menudas. Mientras, su exterior está protegido por una muralla almenada con catorce torres y una más, la Torre del Homenaje o Almena Gorda, añadida tras la conquista cristiana.
La estructura, sobria y robusta, era un bastión clave en la defensa del paso entre Sierra Morena y la depresión del Guadiel, dominando las rutas comerciales y militares que cruzaban el corazón de la Península.
Los siete reyes de Baños de la Encina
La historia del castillo está marcada por su protagonismo durante la Reconquista. En él estuvieron siete reyes: Alfonso VII, Alfonso VIII, Alfonso IX, Pedro II, Sancho VII, Fernando III y Fernando el Católico. Según las leyendas, incluso el propio Fernando III el Santo nació entre sus muros. No obstante, las recientes excavaciones sugieren una historia previa a los musulmanes, tras el hallazgo de indicios de ocupación romana.
El interior está compuesto por un patio de armas, rodeado por restos de muros ibéricos, un mausoleo sacro y un aljibe de doble nave cubierto por una bóveda de medio cañón.
A lo largo de los siglos, el castillo fue refugio de nobles y por supuesto, infraestructura al servicio militar. De hecho, las dos puertas del recinto, una monumental con arcos de herradura y matacán, y otra más sencilla al norte, confirman la doble vocación del castillo: defensiva y señorial.
Desde 1931 está declarado Monumento Nacional lo cual le ha merecido ostentar además el honor de ondear en su torre del homenaje la bandera de la Unión Europea, distinción que sólo comparte con el castillo de Florencia en Nápoles.
Así, el castillo no solo es testimonio del pasado islámico y cristiano, sino también un motor del turismo cultural jienense, que suma 237 fortificaciones a lo largo de la provincia.