Turismo de pólvora: alerta en Valencia por pirotecnia ilegal

por Maria Carrasco Lloria
Las alertas siguen rojas en el día que se acaban Las Fallas. Estas clamorosas fiestas regionales, entre las más grandes de España, se caracterizan no solo por sus singulares y muy extravagantes monumentos, sino también por la pasión por el fuego. Los ninots encenderán en unas horas la noche valenciana, como cada 19 de marzo, durante La Cremà, aunque con una policía especialmente atenta por una tendencia turística de lo más peligrosa: el turismo de pólvora.
La pirotecnia, si controlada, puede ser muy divertida y sino que se lo digan a los valencianos. Petardos de muchos tipos son uno de los más apasionados pasatiempos para quienes disfrutan de estas reconocidas fiestas. La costumbre pirotécnica parece correr por la sangre valenciana, ya que, desde pequeños, muchos de los vecinos de la Comunidad Valenciana aprenden a manejar la pólvora de forma segura. Aun así, existen estrictas regulaciones que las alejan de las manos de quienes no deben adquirirla, tanto como existen cientos de campañas puestas en la seguridad.
400 artefactos de pirotecnia ilegal interceptados en Valencia
No obstante, Valencia vive una situación de emergencia, pues desde hace pocos años ha comenzado a atraer un turismo pirotécnico que busca los más grandes petardos, tan solo controlados por las empresas priotécnicas de alto calibre, para uso recreativo ilegal.
La pasada madrugada del 17 de marzo, las autoridades de la capital del Turia incautaron una furgoneta cargada de 400 artefactos pirotécnicos ilegales de las categorías F2 y F4. Mal usados, estamos hablando de una bomba de relojería. El vehículo sería conducido por cuatro neerlandeses.
Mientras unos se divierten al son de la música y la pólvora en los alrededores de las carpas, otros juegan inconscientemente con instrumentos que pueden llegar a ser letales. Hace pocas semanas, el propietario de una reconocida empresa pirotécnica alicantina falleció a causa de una combustión inesperada con unos materiales de probaba. Si hablamos de que este hombre era un profesional cuya vida había sido dedicada a la tradición de la pólvora, poco se puede esperar de quienes acuden a Valencia a jugar con elementos que podrían causar estragos.
La pirotecnia casera es uno de los principales peligros del turismo de pólvora. El Ayuntamiento y las autoridades se comprometen a luchar contra una situación que afecta directamente a la reputación de Las Fallas y el resto de festividades relacionadas con los petardos, como en Castellón y Alicante, las otras dos provincias de la comunidad, también muy comprometidas con su tradición pirotécnica. María José Catalá, alcaldesa de Valencia, calificaba estos actos vandálicos de “incivismo” e insistía en que “no representan nuestra fiesta”.
No hay cultura sí hay peligro
El escenario elegido por los neerlandeses que portaban los artefactos era, como siempre que se habla de este tipo de vandalismo, el viejo cauce del Turia, una enorme zona verde en el corazón de Valencia. Dentro de la furgoneta, también se habrían encontrado gafas y guantes aptos para la manipulación pirotécnica profesional, lo que delata las intenciones de los individuos.
La vigilancia que proponen las autoridades valencianas persigue el objetivo de “controlar la pirotecnia, que se haga un uso adecuado según la normativa”. La policía local observa la posibilidad de controlar a los grupos de neerlandeses y alemanes que llegan con motivo de disfrutar de Las Fallas, pues en estas nacionalidades se encuentran los principales infractores de la práctica. Además, el consumo de alcohol pone en riesgo el uso descontrolado de estos materiales e incrementa su peligrosidad.
El pasado febrero, la alcaldesa determinó la realidad de este turismo de petardos, pues se habrían interceptado paquetes turísticos dirigidos a extranjeros que ofrecían el uso de material pirotécnico prohibido para uso de ocio común y que se encuentra fuera del mercado pirotécnico al por menor.
La pólvora, los petardos y el fuego pueden ser muy divertidos, siempre que sean legales y controlados por profesionales. Fuera de ello, mejor verlos y escucharlos desde fuera y vivir el turismo de pólvora como un valenciano, con cuidado y una diversión que trata de proteger al resto.